Regalo tempranero de navidad

La verdad es que soy una mala persona. Y las malas personas no tienen derecho a pedir nada. Ni a nadie. Entonces ya que sé que yo soy quien tiene que conseguirse regalos para aprender a disfrutarlos.
Ya sabes querido diario que lo del cliente no prosperó. Ya sabes. Lo que creo que no sabías es que ya fue tiempo para conseguirse calor en la cama, tu sabes, es que hace mucho frío.
Todo empezó en la pre-posada que tuvo a bien organizar el despacho. Yo mujer pegándole a los 30 únicamente fui para verificar a que mujer podía hacerle la vida imposible y a que hombre podía hacerle la vida mucho más fácil.
Y encontré a un par de buenos candidatos.
Resulta que una clienta de un colega mío, llevó a su esposo. Hombre extremadamente delgado pero con un sello distintivo: Unos labios deliciosos. Me le arrojé encima tan sólo para probar por una vez sus besos... Pese a que con ello traería consigo a la latosa esposa.
No es que la clienta sea una mala mujer, es que es muy lenta, tarda y zurda. Esas mujeres cansan a los dos años y ellos ya tienen 3 de casados. La mujer es linda, pero carente de sensualidad, es simplona y se ríe con chistes estúpidos a la menor provocación. El hombre parecía frustrado, de seguro su mujer no le cumple todas las noches, como debe de ser.
Entonces, tuve que intervenir querido diario y es que ¿Quién soy yo para negar regalos al mundo? El mundo me necesita, soy el completo equilibrio.
Por esa razón lo invité a bailar. Se mueve increíble querido diario, eso me dio la pauta para sospechar (con acertada razón) que sería buenísima adquisición para una fiesta en mi cama. Su esposa me veía como gente de confianza así que no pasó de mirarme discretamente un par de reiteradas ocasiones, después me lo dejo completo para mi. Tuve exactamente 04:51 minutos para seducirlo y con eso bastó.
Le pedí que ciñera más mi cintura, que me estaba encantando como me guiaba por las esquinas del ritmo de aquella vieja canción. No tardó ni tres segundos en hacerlo y le lancé, como era debido, un par de miradas obsenas y afortunadamente entendió todo el mensaje. Tan es así que inmediatamente después de la pieza que bailamos, fue con su esposa para solicitarle los cigarrillos que había dejado en su bolso. Alegó que me invitaría uno y nos fuimos... Al balcón.
Encendió mi cigarrillo al igual que mis bajas pasiones. Es que tu sabes querido diario lo mucho que me prende las terminaciones nerviosas del final de la espalda de los hombres, esta vez también era maravillosa la vista.
Terminaba de exhalar cuando los dos nos dirigimos en dirección que terminó en un mismo destino: Nuestras bocas. Fue delicioso, intenso y lleno de atrevimiento... Y es que como descubrí tiempo después en mi saco, el siguiente mensaje:
"La cobardía es asunto de hombres,
no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan a historias ni nada se queda ahí".
Bendita historia.
Y entonces, querido diario, ya abrí mi primer regalo de navidad, como siempre, contraria a la tradición familiar.

Dejar de creer

Hace mucho que dejé de creer en los hombres, no en plan ardido mi querido diario y lo sabes bien. Simplemente porque la etapa del enamoramiento, tanto a hombres como a mujeres, nos transforma en lo que "la otra persona quisiera que fueras" y ¿todo para que? Para terminar en un revolcón (en el mejor de los casos) pero que discretamente, terminas por darte cuenta que el espejismo se viene a bajo y en algunas ocasiones ya necesitas divorciarte.
Entonces si ambos mentimos, en ciertas cosas y cedemos en otras, ¿Para que creer?
Siempre supuse que me encontraría por ahí a algún hombre que estuviera dispuesto a imperar desde su punto de vista hasta sus gustos gastronómicos, pero lo cierto es que "por quedar bien" una a veces se confunde y ya no logra dilucidar si es que está siendo cortes, te está dando el avión o simplemente piensa en otra vieja encuerada mientras tu hablas. O puede ser que se esté muriendo de ganas por contestarte que tienes la boca atascada de errores.
Como ya sabrás querido diario, hasta hace algunos días vivía atrapada en ese juego de seducción que todos alguna vez hemos disfrutado a lo largo de nuestras vidas. El hombre vivaz en cuestión es simplemente encantador pero falsamente esperanzador.
A veces quiere hacer imperar una decisión pero es débil ante una falda corta y medias de red (aunado a un lápiz labial rojo) y eso me decepcionó bastante.
En fin, terminamos siendo cordiales después de un atasque que tuvimos de hormonas, a ambos se nos subió a la cabeza la embriaguez de la pasión y terminamos por darnos unos besos del tamaño del mundo una noche cualquiera. Pero hasta ahí.
Y entonces ni pasión ni sexo ni coqueteos siguieron su curso.
Como que se acabó esa tensión sexual ¿sabes querido diario? Y ante su doblez de masculinidad y mi poco interés, la posible relación terminó siendo sólo un recuerdo de unos buenos besos. Porque eso sí, besa riquísimo el señor. Pero ninguno de los dos nos atrevimos a más.
Llámanos cobardes, flojos, sin chiste, desanimados, fastidiosos o como quiera que sea, querido diario, pero la verdad me parece que los dos, dejamos de creer el uno en el otro.

Fin.

Tresdediciembre


Hoy cumple años el hijoeputa del amor de mi vida.

Tienes 32 años. Qué horror. Espero que las velas en tu pastel te hagan entender que el tiempo se te está saliendo de las manos. Si yo fuera tu, me casaría con la mojigata que tienes por novia, esa mujer gris que tiene como mil años contigo. No te quede más. De mi parte, sólo quería decirte que reconozco que eres eso que llaman "amor de la vida" mía. Pero como suelen decir por ahí: La mayoría de las veces, uno no se casa con el amor de su vida. Yo, chica promedio, no pude ser la excepción. No me deprimo, aprendí a superarlo, ya lo sabes. Pese a que llegaste proponiéndome matrimonio... Te rechacé por el simple hecho de que, eres un hijo de puta.
& Then: Felicidades.
O no.