Se quebró el tacón de mi zapatilla favorita

Últimamente querido diario, me ha dado por escuchar pláticas idiotas de las mujeres que trabajan en el despacho. Esas que desearían ser como yo pero que siguen escuchando a Yuri, Timbiriche y a Luis Miguel. Que siguen lamentándose por su horrendo cuerpo pero que desayunan cuanta garnacha encuentran. De esas mujeres que creen que ponerse uñas de acrílico es significado de verse "femeninas".


No me lo tomes a mal querido diario, sabes que las odio y no tendría porque soportarlas, pero también necesito de secretarias que estén dispuestas a todo para que los jefes no las corramos. Lo sabes, pero una de ellas es abogada y es algo que no puedo soportar.


Y no puedo creer que exitan todavía de esos seres que al levantarse de la cama no tengan siquiera un poco de amor propio para arreglarse y no con esos maquillajes de 5 pesos que compran a la salida del metro. No. Quiérete con un demonio, ahorra y en lugar de tu coca-cola, compra agua y ahorra para un labial de Mac.


Dios.

Lo que tiene una que soportar.

Sé que me odia. Pero es bien correspondida.


Llego un nuevo cliente al despacho y al recibirlo, la firma quería darle el asunto a esta abogada de cuarta. Yo lo intercepté en la recepción del despacho y el tacón de mi zapatilla se quebró.


La mujer ésta (si me permites el calificativo despectivo) comenzó a burlarse, carcajeándose a unos registros sonoros bastante altos. El cliente ni se inmutó. Despacio me ayudó a incorporarme y le dijo a mi jefe: No voy a permitir que gente así (dirigiéndose a ésta mujer) trabaje en mi proyecto corporativo. Licenciada (dirigiéndose a mi) soy materia dispuesta, conozco un lugar en donde podemos desayunar mañana ¿A las 10?


¡A las 9! Contesté.

Él volvió a mirar al socio mayoritario y discretamente le sugirió: ¿Notas la diferencia?


Mi tacón pudo haberse quebrado, pero mi espíritu e imagen jamás. Eso se construye, no se imita ni se intenta alcanzar. Porque existe algo llamado clase, y eso no se enseña en las escuelas.

Hacer las cosas bien.

Eran las tres de la mañana cuando recibo una llamada de mi padre, con la voz entre cortada: "Hija, ¿Estas bien? ¿Te han hecho algo? ¿Puedes hablar?".

Mientras intento decirle a mi padre que no se preocupe y que estaba en mi casa durmiendo, rompe en llanto diciéndome lo bueno que es saber que siempre tengo el celular encendido y lo aliviado que está.

Mi mente vuela y lo deja por un lado.

Recuerdo que esta noche al salir del cajero automático, unos hombres me miran sospechósamente mientras apuntan en libretas pequeñas. Se miran entre ellos y se van. Nunca me hicieron nada, ni siquiera se acercaron a mi. Pero temo pensar que tomaron las placas de mi coche.

Efectivamente, cuando vuelvo al relato de mi padre me dice que aquellos ingenuos le dijeron que en un semáforo me habían abordado con todo y coche. Que me tenían en Iztapalapa.

Mi padre les colgó y ante la nueva llamada, ignoró lo que estaba pasando y me marcó para asegurarme que estaba bien.

Lo estaba.

Después llamamos juntos al 081 para denunciar el hecho. Había 6 averiguaciones de ese número telefónico que se quedó guardado en el identificador de llamadas de mi padre. Yo, por mi parte, al día siguiente me presenté en el ministerio público ante un agente con cara de pocos amigos, pero muy amable, que tomó mi declaración respecto a los sujetos que vi. Afuera de mi casa hay dos patrullas rondando constantemente y en el cajero automático al que fui hay un par de policías bancarios a partir de las 7 de la noche.

Y me quedo pensando ¿Será cierto que este clima de violencia no se puede detener?

Es decir, me di el tiempo para denunciar, estoy en constante comunicación con mi padre, atendemos las recomendaciones para denunciar y frente a todo eso pude ver un cambio en algo.

Quizá sea una estupidez pero ¿Y si todos empezamos por hacer las cosas bien?


Las cosas bien, por mínimas que resulten, atraen una consecuencia.


Por lo que sé, ayer se llevaron en calidad de detenido a un "sujeto sospechoso" iré a ver si lo puedo identificar porque es moralmente correcto hacerlo. Lo hago por mi comunidad, por mis vecinos, por mi familia, porque quiero que todos estemos tranquilos.


¿Será mucho pedir?

Antes de exigirle al gobierno que haga las cosas bien ¿Sería mucho pedir primero hacer nosotros, las cosas bien?