Dato al margen.

Querido Diario.
Todo fue mal.
Mil cosas pasaron por mi cabeza y lo cierto es que no pude aterrizar nada. No pude decir, ni pensar, ni hacer nada ante lo que sucedió el pasado sábado.
Todo ha terminado, sin ni siquiera haber empezado alguna vez.

Querido Diario, en verdad siento que no puedo desearle lo mejor y ese es el auténtico problema.
Pero tampoco me atrevo a desearle lo peor, porque lo cierto es que esta historia ya tan poca relevancia tiene que no importa si es que hubo o no, un punto final.

Me quedo con los pequeños recuerdos que hubo a lo largo de un año, hace cuatro. Eso y un "gracias por venir".

No me sorprende que no pudiera ser una maldita. No cuando existe una tercera persona que espero jamás conocer, ni por equivocación. Eso sí me regresa a mi estatus de malvada. Supongo.

Un hijo

Tengo que confesarte, querido diario, que no puedo llegar a entender cómo es que la gente suele ser tan estúpida. Quizá es que la estúpida soy yo y no me he dado cuenta.
Todo puede pasar, pero es que cuando me han dicho la verdadera razón -sin especulaciones- del porqué el niño abogado se casa, no tuve más remedio que echarme a reír.
Reír ante la estupidez, querido diario.
Reírme porque no sé hacer otra cosa que no sea reírme de las estupideces de los demás.
La verdadera razón porque el niño abogado se casa dentro de dos días es muy sencilla. Tan lo es que no puedo contener mi rabia justo ahora. ¿Porqué no lo determiné antes?
Un hijo.
La mujer que será su esposa dentro de unas horas, además de ser la única heredera de la fortuna de su padre, desarrolla un ser que lleva los genes del niño abogado.
Ya no será niño, ahora será padre abogado y pasará a ser uno de tantos y tantos abogados subyugados a la mujer. A una mujer que dentro de poco parirá con dolor y se lo recordará toda su vida y por ello le deberá su alma.
Su vida y su alma.

Un hijo.
Sólo hay dos razones para tener un hijo, querido diario. Porque quieres o porque quieres.
Y si no, porque eres un verdadero estúpido...

Y entonces, ya me quedó claro.

Iré a la boda.
Soy una especie así como de amante de las obras de teatro.