Ella regresó.

No es un secreto, me inclino más a pensar, querido diario, que todo el mundo ya se ha dado cuenta pero hacen de cuenta que no. No es un secreto que en el trayecto de lo que va de mi vida, he salido con muchos hombres que tienen novia.
Yo los tengo como en un estante cuyo título es: Cobardes.
No como queja, más bien porque siento pena por ellos. Ya sé que la mayoría de las mujeres podrán decirme que soy una persona de lo peor porque, a pesar de que sé que tienen novia, me acuesto con ellos, bailo con ellos, los beso y los hago míos por espacio de breves momentos y que eso no se hace por cuestiones de género y demás pendejadas adornadas de corazones en las "ies".
No.
Verás querido diario, yo sólo tengo un defecto: Querer vivir todo lo que mis brazos alcancen a abrazar. Así que no siento culpa ni nada parecido. Quienes son infieles son ellos, no yo.
Yo estoy bien conmigo y mis relaciones porque siembre advierto: Yo no soy de nadie. Ni tuya ni de nadie.

Y es cierto, me temo a veces que, ni siquiera yo me pertenezco.

Pero Raphael, me habló a las tres de la madrugada de ayer para declararme algo: Ella regresó.

La mayoría de los hombres sostienen que engañan a sus novias porque cambiaron, porque ya no les prestan atención, porque ya no se arreglan, porque dejaron de querer tener sexo con ellos. Por cosas así. Sostienen que ellas son las culpables y ellos unas pobres víctimas de circunstancias que no saben (ni quieren) controlar. Yo nunca trato de hacerles entrar en razón. Cada quien es responsable de sus pensamientos.

Pero él se fingía culpable.
Eso, querido diario, jamás se lo voy a perdonar.

Cuando me dijo "ella regresó" yo entendí "yo hice que regresara, pero soy tan cobarde para decirte la verdad del porqué esta será la última vez que coja contigo" que lo borré de mi lista de inmediato. Aún recuerdo que esperé hasta que se durmiera en el hotel. Tomé mi labial rojo y lo embarré completo en su camisa blanca y su corbata azul, en su maletín negro y en sus papeles le dejé la marca de mis labios. En todos ellos. Me llevé sus pantalones cuando salí, porque seguramente en ellos, dejó sus cojones.

Hombres, tengan el valor de decir la verdad.
La mentira, envilece. Creanlo.