Así se empiezan las grandes historias de amor... O terminan.

Lo conocí porque nadie quería tomar ese caso. Un intestado.

Ya sabes querido diario lo difíciles y complicados (por no decir eternos) que son esos juicios, pero la verdad es que lo tomé porque hay de por medio mucho dinero y yo huelo el dinero, como sabes ya querido diario y a ti, no te puedo mentir.

Nos reunimos en antara polanco, uno de esos lugares que existen en el D.F. a los que no me gusta ir porque se deja apreciar la poca idiosincrasia del mexicano mira que comprar cosas exclusivas en un lugar construido casi junto a las vías del tren ¿Qué tipo de glamour tiene?

En fin.

Llegue tarde, sensualmente tarde. Él ya estaba sentado en una mesa fuera de starbucks.

- ¿Licenciada Suárez?- Me pregunta políticamente correcto.

- Así es, usted debe ser el Sr. Fuentes - Cínicamente respondí.

- ¿Malboro blancos o camel grises?

Me sorprendió a sobre manera, pero no dejé que me intimidara. Pero siguió la pregunta en mi ser: ¿De cuando acá un cliente se preocupa por saber que cigarros fuma su abogada?

- Camel, gracias por la consideración pero me temo que no le podré hacer descuento en mis honorarios. - Traté de ser graciosa, sin ningún efecto aparente.

- Le contaré rápido licenciada, la verdad hablar de todo esto me produce una terrible jaqueca.

Saqué mi libreta y él comenzó a hablar. Me alejé por todo ese momento de lo bien que lucía, de la loción penetrante que le hacía cosquillas a mi nariz. Me olvidé de que posiblemente podría proporcionarle un beso desgarrador... Me concentré en el asunto.

Después de dos horas y media de arduo trabajo, me tomó de la mano y dijo un aliviado: Gracias licenciada ¿Ahora te puedo tutear?

Tomada por sorpresa dije que si.

Comenzó con un leve tratado de lo que él, contador público, pensaba respecto del caso en particular, tan allegado a la realidad que me sorprendió, de nueva cuenta, pero no dejé que se me notara. Después de que terminó su teoría le dije: Veo que alguien ha estudiado, pero derivado de que únicamente uno de los dos tiene cédula profesional de licenciada en derecho, déjamelo a mi.

- Gracias por hablarme de tu.

- De nada.

Sin embargo mis pies comenzaban a sentir hormigueos prolongados, esto no es para nada normal, me dije y me puse de pie.

- Nos veremos, le dije.

- Eso espero, continuó sin ligereza, sin expectación, sin querer más, sin... Era una simple esperanza.

No vale decir, mi querido diario, que ese mismo día soñé con él. De pie sobre una colina. Sólo eso. Con una bufanda blanca que movía el viento. Me sentía más que enamorada, infatuada.

Más tarde que pronto, lo volví a ver ahora en mi oficina. Pasamos horas platicando, sólo eso. Sin pretensiones ni coqueteos, plática llena de diálogos inteligentes, de un hombre pensante que no quiere pasarse de listo, y que por eso, a mi juicio es más hombre.

Lo abrazaba a mis pensamientos y de vez en cuando me llamaba por teléfono. Siempre con una nueva pregunta sobre el juicio.

Ya realizada la demanda, me acompañó al juzgado y me invitó a desayunar. Que compañía más reconfortante. Me siento en un video clip de Dido sin poder adivinar el final....

Lamentablemente, nos hemos separado un poco y de pronto a mi mente recuerda esas manos, esos ojos increíblemente varoniles que me atraparon en un sólo instante, pero me inundan mis ganas de comportarme inalcanzable.

Hasta ahora no puedo platicarte más, querido diario, tengo mucho trabajo y me impide contarte con detenimiento lo que ha sucedido, pero confórmate con saber que ese hombre, me tiene infatuada, repito.








Introspección necesaria

He tenido algo de trabajo y he aparecido en varios lugares como ausente.
Evidentemente eso ha disminuido mis farras los fines de semana, así como mi vida social, pero poco me ha importado desconectarme del mundo cuando dentro de mi aparece un letrero que dice: "Cerrado por remodelación".
Lo malo de todo esto es que podría durar días, semanas y eso no es tan atractivo para aquellos intrusos de este Diario ¿Verdad?
¿A quién le importa la vida de una abogada quejumbrosa? Luego recapacito y me digo, querido diario, ¿no es para eso que creé este espacio?: Para desahogarme.
No tengo hambre ni sed, pero tengo ganas de devorarme al mundo y tomarme un martini...
...by the way...
Una a veces se siente el centro del universo, a mi no me toca decir si eso está bien o está mal, a mi lo único que me toca es... Comprarme una nueva bolsa que convine con mi estado de ánimo.

Xoxo.