Nadie conoce la verdad

El catorce de febrero vi la entrevista que López Dóriga intentó (fallidamente) hacerle a Anthony Hopkins. Sí, esa, de la que todos se burlaron por el "juay de rito".
Bueno, más allá de mofarme del mal inglés de esa persona que se dice comunicador, me quedé muy clavada en algo que dijo el actorazo: "Los seres humanos no sabemos nada, nadie conoce la verdad".
Me transporté a miles de pláticas con miles de personas que siempre me preguntaban:¿Porqué eres así? Y entonces yo daba una cátedra de mi razón, de mi locura, de mi comportamiento... Pero siempre llegaba al mismo lugar: Porque quiero.
Nada tiene que ver con aquellas fotografías de la abuela con las pestañas retocadas. Le digo que sea tan amable de decirme ¿Porqué tenía esas sombras verdes y esas pestañas tan bien definidas? Siempre se hace la loca, pero creo que en el fondo no sabe que su fotógrafo se la vivió enamorado de ella, así como tampoco sabe que desde entonces, ya había mañas.
No sé, quizá los hombres en general sean tontos, en particular, y no quieran saber. Se rehúsan. O tal vez sí, pero sólo lo que ellos elijan: Memoria selectiva.
No quiero salir con el típico cliché de: Nadie me conoce. Porque ni yo lo hago. ¿Para qué admitir lo que todo el mundo sabe? (O cree saber) Nadie sabe nada, nadie es el sherlok holmes de sí mismo, posteó Lenna alguna vez. Citó a Mafalda. Yo reí, porque es cierto y me gusta que lo sea. A todo el mundo le hace falta un poco de sentido enigmático.

Nadie conoce la verdad. Cruda verdad.
Me voy, creo que estoy filosofando demasiado. Maldito Sushi.

Me descompuse

En el radio, mientras me arreglaba, un día decidí cambiarle a las noticias, escuchar música.
Comenzó: "Nada" de Zoe. Siempre la canto, me gusta esa canción, pero ese día callé. Escuché.

Y me descompuse.

Hace mucho que ya no sé nada del niño abogado y ha sido complicado mantener una relación estable. Los hombres a esta altura parece saber muy bien lo que buscan, o lo que no. Todo es porque ya se acerca el maldito catorce de febrero.

No sé a quien se le ocurrió celebrar un día de muerte de un apóstol como símbolo de amor, es una guarrada. Pero ahí están todos, creyendo que con la celebración de un día ya tapan "el sol con un dedo" y hacen de cuenta que no son unos amargados y que aman y que son amados.

Lo cierto es que a últimas fechas nadie ama a nadie. Sólo extrañan y añoran. Ese sentimiento que según me dijeron existía está en peligro de extinción...

Pensé en el niño abogado y me descompuse. Carajo.