Entonces...

...Muy bien querido Diario, resulta que el niño abogado y yo, tenemos problemas.
La verdad es que las cosas han pasado muy rápido, más de lo que he venido aquí a contarte. Soy una inconstante, como en todo en la vida, hasta para el amor, pero ya me conoces, no debiese sorprenderte.
Entonces, la cosa es que después de unos días de invitadas al cine, a restaurantes, al teatro, a exposiciones, y entonces un día que me voy directo sin tomar atajo alguno y le sugiero ir a mi casa. Aceptó, pero no sabía que yo tenía "otras intenciones".
Ya sé, me ví muy masculina, en donde, pretendes más de lo que verdaderamente te quieren dar.
Exageré mi parte de querer darlo todo, sin preguntar si es que la otra parte quiere recibirlo todo.
En pocas palabras, querido Diario, rechazó mi oferta de sexo casual.
Indignada, no volví a dirigirle la palabra si no era para asuntos de trabajo. Incluso me lo llevé a una audiencia de desahogo de pruebas y lo dejé solito. Se ofusco. Perdimos el caso. Pero no te espantes querido Diario, ese asunto lo teníamos más que perdido.
Recuerdo que regreso a la oficina me pidió disculpas por no haber dado todo de sí en los juzgados. Sin mirarle a la cara, acomodando mi gabardina y mi bolso, sólo atiné a decirle: No te preocupes demás por los asuntos que no puedes solucionar. Salió de mi oficina y ya no lo ví hasta el día siguiente, en el que le regalé un caso en el que, de resolverlo, se ganará fácilmente 100 000 pesos. Tiene amplias posibilidades de ganar, se ha quedado a estudiarlo hasta altas horas de la noche sin importarle que pase haciendo ruido con tacones negros altos... Tal y como algún día me confesó que le gustaba.
Es ahí cuando comprendí querido Diario que él es raro. A veces me quiere y daría todo por mi. A veces no existe otra cosa que no sea el trabajo... Aunque siendo sinceros, querido mío, lo cierto es que el niño abogado es como yo. A veces quiero y a veces no.
Entonces, ese día de lluvia, ese viernes, me decidí por quedarme hasta tarde en la oficina, arreglando asuntos pendientes y hablando con clientes para que supieran el estado procesal de sus asuntos. Algo que en realidad disfruto mucho hacer.
Terminé y apagué la computadora y el niño abogado estaba en el umbral de la puerta de mi oficina.
Sin inmutarme le pregunté si necesitaba algo. Me contestó que necesitaba que le diera un "aventón" a chapultepec.
Entonces le dije:
- Lo siento, no voy para allá.
¿Hasta cuando seguiremos jugando a que si? ¿Y luego a que no?
Finalmente cada quien decide, lo que viene y va.

Diferencia

Estoy pensándolo mucho, querido diario. Quizá tu puedas ayudarme.

¿Qué diferencia hay entre querer cogerte a alguien y amar a alguien?

Ya sé que dirás que es un mar de diferencia. Pero ¿Cuál es esa línea delgada que no se tiene que cruzar? No se vale decir que extrañar... Al que te coges también lo extrañas. Tampoco que quieres pasar más tiempo hablando de porquerías y medias porque puede ser que al que te quieras tirar sea inteligente y pases una sana conversación con él...

También puede ser que al que dices amar te aburra... Y al que te quieres coger, también.

Suele pasar ¿No querido diario? Que quieras y que no desees o que desees y no quieras.

¿Cuál es la diferencia?

Porque yo, francamente, no encuentro ninguna.

Yo no soy

Yo no puedo, lo he intentado, no puedo tener una relación estable. Me harto, me desespero. Me aburro.
Sucede que casi siempre: Los hombres no me dicen lo que quiero, no actúan como se espera, no hacen lo que tienen que hacer.... Y yo no soy paciente para explicar lo que quiero, no tengo don de maestra, no sé enseñar. Nunca he querido ser madre para cuidar niños y menos para criar a un hombre. No nací para eso.

Por eso brinco de cama en cama, de lugar en lugar, porque cuando me aburre, ya no hay nada que hacer, ya no hay que decir, prefiero volar y crear otra historia: Desaparecer.

Yo no puedo ni quiero ser paciente, no nací para aprender eso. Yo prefiero los inicios y la etapa del enamoramiento. El coqueteo, la cosquilla, lo nuevo y la chispa en los ojos. Los besos eternos y suaves, el sexo rudo y sensual. Prefiero caricias interminables que días de hartazgo, esperando que te tiren un lazo.

Prefiero huir que contemplar como se cae el castillo del mundo de la fantasía.

Tú sabes querido diario, yo no soy, yo no...