Paris

Me enviaste una carta desde Paris, Raphael.


Recibí el sobre en mi buzón el miércoles pero no fue sino hasta ayer, querido diario, que me percaté de tal circunstancia. Lo abrí despacio como un niño que no quiere arruinar la envoltura de su primer regalo. Nadie, que no fuera el banco, me había mandado un sobre manila con una flor violeta.




Y la carta dice:




"Querida Violeta:

Las calles, la gente, ¡Hasta las flores! son como tu dijiste que serían. Sólo que no estás y no puedes corroborar mi cara al verlo todo, tan paisaje, tan como me lo habrías descrito. Entonces es cuando comienza mi faena de buscarte y no encontrarte. Sólo a mi se me ocurre decirte desde tan lejos, a través de estas letras, lo mucho que te extraño. Estas letras que llegarán quizá el mismo día que yo llegue a México pero hoy, violeta, te extraño.


Sé buena, dime que tu también me extrañas.


Tú y yo sabemos querido diario, que no habrá respuesta. Sí la hay, pudiera darse cuenta que sí lo extrañamos, pero nos hacemos como que no.


Y el silencio será el único testigo de que sí, de que sí lo extraño.

Y que me gusta que me llame "violeta".

The job

Zapatilla, falda sastre, saco, blusa de tirantes. Lentes de sol. Portafolios. Peinado de playa, poco maquillaje y lápiz labial rojo. Lista.

De 9 a 9. Cigarros Malboro rojos y agua bonafont de cinco litros. Gimnacio y las vueltas en la elíptica, yoga, dormir.

Mascarilla sábados y domingos mezclados con alguna película.
Chocolate amargo, como el corazón.

Nada por decir. La rutina mata, lentamente. Pero firmemente creo que por allá, lejos (mientras me fumo otro cigarrillo) de la nada saldrá una nueva aventura. Podría firmarlo ante notario público.

Raphael

Es difícil hablar de alguien que estaba en tu vida desde hace algunos años y que sólo aparecía momentáneamente. Del que ni siquiera contemplaste poder enamorarte.

De pronto, querido Diario, se ve distinto. Así como si el destino se empeñara en ponértelo en el camino, porque sí... Así, como dicen vulgarmente: Así de huevos. (Por cierto que risa la expresión).


Y entonces resulta que es muy amigo de un amigo de tu jefe. De pronto resulta que trabaja de asesor en un despacho que está a diez minutos caminando del tuyo. Sucede que es muy inteligente, que huele a Hugo Boss y que sus camisas almidonadas con sus corbatas azules te causan un rictus de alegría.


Así de pronto te encuentras mintiéndole a tu jefe para que no se de cuenta que sales a comer con él. Una vez cada tres meses, pero te ríes y te tiene embobada con su manera de hablar, con su ímpetu de querer hacer cosas que jamás sospechaste que un abogado de 30 años le gustara hacer: Tener una A.C. para ayudar a niños en situación de calle, ser parte de un consejo de una universidad de prestigio que se dedique a buscar becas para profesionistas de escasos recursos.


Y tampoco sabías que está comprometido pero tú ya te emocionaste cuando te habla de lo maravillosa que te ves enfrente de tu martini.


El corazón siempre late con piropos y con palabras de amor siempre salta.


Hay Raphael, ¡Como me gustas!

Por lo pronto te fuiste a París y lo único que te pedí es que me mandaras una postal desde allá.
Así, como en los viejos tiempos de enamorados.