Paris

Me enviaste una carta desde Paris, Raphael.


Recibí el sobre en mi buzón el miércoles pero no fue sino hasta ayer, querido diario, que me percaté de tal circunstancia. Lo abrí despacio como un niño que no quiere arruinar la envoltura de su primer regalo. Nadie, que no fuera el banco, me había mandado un sobre manila con una flor violeta.




Y la carta dice:




"Querida Violeta:

Las calles, la gente, ¡Hasta las flores! son como tu dijiste que serían. Sólo que no estás y no puedes corroborar mi cara al verlo todo, tan paisaje, tan como me lo habrías descrito. Entonces es cuando comienza mi faena de buscarte y no encontrarte. Sólo a mi se me ocurre decirte desde tan lejos, a través de estas letras, lo mucho que te extraño. Estas letras que llegarán quizá el mismo día que yo llegue a México pero hoy, violeta, te extraño.


Sé buena, dime que tu también me extrañas.


Tú y yo sabemos querido diario, que no habrá respuesta. Sí la hay, pudiera darse cuenta que sí lo extrañamos, pero nos hacemos como que no.


Y el silencio será el único testigo de que sí, de que sí lo extraño.

Y que me gusta que me llame "violeta".

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