Me dices que es mejor llorar.
Me dices que es mejor dejarlo todo.
Me dices al oído que me quieres y te vas, con tu fastidio.
Luego no dices nada, luego te quedas callada... Con tu cara de... Súper actriz.
Deja de actuar, dime la verdad.
Súper actriz.
Me dices que es mejor odiar.
Me dices que es mejor actuarlo todo.
No quiero que me vengas al oído si te vas con tu murmullo.
Luego no dices nada, luego te quedas callada... Con tu cara de... Súper actriz.
Deja de actuar, dime la verdad.
Nunca, mi querido nuevo amor, me habían dedicado una canción que me hiciera sentir más... importante.
Gracias.
Pero el guión, sigue.
Te cuento querido diario que embrujé con mis encantos a un hypster muy rufián y muy sexoso al que vi con frecuencia todo el mes de agosto. Nada formal ya me conoces. Pero resulta que él se enamoró.
Pero yo ya me sé esa historia, ya me la han contado y no me conmueve.
Yo no pienso en él, yo no lo amo, no lo aguantaría en mi cama más de 4 horas. No va conmigo. Es un accesorio no un elemento indispensable. Y resulta que me dedica en un karaoke de poca monta esta canción y todos me volteaban a ver mientras bebía mi martini horrendo.
Salimos del lugar y me dice: ¿Seguirás actuando?
¡Por supuesto que sí!
No ha vuelto a hablar desde entonces.
La verdad, no me importa mucho...
Quizá el necesite a sus 30 años de ser sólo una pose, alguien que lo haga sentir real y yo, yo soy una súper actriz.
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