Puede ser porque, en realidad querido diario, ya nadie pasa por aquí y temo que algún día saliendo de Moliere me encuentre a alguien que me diga: ¿Tu eres la mujer que sigue creyendo que tener un diario es sexy? Puede ser.
Si fuera el caso, seguramente le tomaría de la mano e iríamos a un lugar más íntimo. Siempre y cuando sea buen mozo, de lo contrario tendría que olvidarse de mi, como miles de hombres cuyos nombres no logro recordar.
Por ahora, por este momento, sólo estoy aquí porque debo decir que la última aventura me costó tener el pie con una bota de yeso, lo cual provocó que no fuera al despacho y ergo, me la pasara comiendo helado de chocolate a montón. Subí tres kilos y la galaxia comenzó a conspirar en mi contra. De regreso al gimnasio (porque no pienso regresar a ti, querido diario, hablando sobre la tontería de saltar una barda para que no me viera la esposa del tipo más sexy con el que estuve en lo que va del 2013) me topé con Ulises.
Después de dos semanas de arduo entrenamiento, nos encontramos en la clase de pilates.
- No sabía que los hombres se cuidaran haciendo pilates.
- Yo no sé como pude vivir 29 años sin ti.
Me enamoro.
Eso y el peinado más masculino que en estos tiempos he visto.
De ahí me invitó por un café y luego fuimos a cenar y luego nos acostamos.
Ulises es un buen hombre, arquitecto que trabaja en un lugar que me es prohibido revelar, que usa loción que huele tan bien que puedes deshacerte ahí mismo, pero que no se deja olvidar tan fácilmente; tiene brazos fuertes y músculos de ensueño. Alto y mestizo, una delicia.
Sin embargo tendré que llevármela con calma, ya que el fin de semana tuve a mal encontrarme al niño abogado quien me dio la invitación para su boda.
- ¿Todavía la gente se casa? Bien, más trabajo para mi.
- Me encantaría que fueras, te di dos boletos, pero por favor, no lleves a tu sarcasmo.
Chico listo.
Chica tonta.
La vida es ¿cómo dicen? culera. No juega a los dados, es culera.