Esa estúpida sonrisa que dejaba entre los dientes, sintiéndome la engreída reina de una película de esas, que tanto odio.
Pero no estábamos destinados a ser. Y eso todo el mundo pudo haberlo sospechado, menos nosotros, los aguerridos tontos que jugábamos a ser idiotas.
Y como tales, insistimos por años en una relación cuyo mayor fruto fue el olvido, el lento y sigiloso sueño estereotipado fundado en un: nunca podrá ser.
Lástima.
Todo parecía sacado de la novela rosa que parecía culminar con un final feliz. Incrédulos. Años y años de correos, de vínculos creados como si fuéramos fugitivos. Regalos anónimos, cartas escritas con papel china y pluma fuente. Nada sirvió, de todas formas terminamos como espuma de mar: al final de una ola.
¿Cómo se termina algo que nunca comenzó?
No tengo la mas mínima idea.
Supongo que como comenzó: que nadie diga nada y entienda las indirectas y adiós.
Adiós.