La verdad es esa. Yo creo que hay momentos que no deben ser desperdiciados, querido Diario, pero también creo que en definitiva, el sexo no siempre es bueno.
Por ahí me encontré con el recuerdo de un amante: Santiago. Y me acordé tan bien de la rutina que hasta me dio miedo y mejor lo saco de mi sistema antes de que regresar a trabajar mañana:
Regresábamos a mi casa. Nunca hemos hablado mucho en el trayecto, y siento que a Santiago poco le interesa lo que pasa por mi mente en todo ese tiempo.
Hace frío y él pone la calefacción del carro, que será suyo en un futuro, pero que mientras tanto, no.
Seguimos escuchando esa música suya que tanto me aturde, ya son cuatro meses de escucharla casi todos los días. Es imposible que no me aturda,
Sigue eructando la comida de la tarde y yo sigo fingiendo que no escuché tal sonido. Que él se toque la entrepierna se ha convertido en un acto consentido y ya nada me sorprende.
Siempre hace referencia al tráfico, como si yo tuviera una varita mágica para evitarlo, pero no la tengo y de cierta manera me siento culpable de no tenerla.
De pronto, saca de su chamarra verde militar una cajetilla de cigarros, me ofrece uno que acepto. Ambos comenzamos a inhalar toxinas pero él no lo disfruta tanto como yo, él sólo fuma por fumar, por tener algo que hacer mientras me lleva a casa, un día más.
Llegamos a un semáforo, gira su mirada y me observa, yo me percato pero no me inmuto, no le doy a entender que sé que lo hace. Y nada pasa. Pienso en lo que acaba de pasar: Su casa sola, su cama que rechina, su piano al lado de nosotros, las sábanas que ya raspan, las ventanas sucias, la televisión que se ha convertido en el medidor de tiempo más eficaz.
Su petición de tener sexo se parece a la de un niño que desea, en su fiesta de cumpleaños, un trozo de su propio pastel. Recuerdo al mismo tiempo, como me quita la topa, para él es sólo un trámite, nada más. Nunca me contempla, sólo se apresura por quedarse dentro de mi.
Su corazón poco se agita y sólo puedo percibir por su parte su boca abierta a la agitación que le permite su cuerpo. El no grita, ni se mueve a mi lado, sólo se preocupa por primero dar y luego recibir y luego nada.
Terminamos y se apresura a cubrir su sexo. Y se apresura porque nos vayamos. A veces hasta me ha dado la sensación de que no le gusta mirarme, cada vez que planeo mirarlo desnudo, llega a sucumbir nuestro amor en pasión y entonces cierra los ojos, como para no mirar lo que no quiere, no observar en lo que desea convertirse.
Su amor es momentáneo, mientras dura el ritual es por eso que yo creo que jamás le han lastimado, o ni se ha aventurado a amar.
Llegamos a mi casa, apaga el radio y el motor de su carro. Abre la puerta mientras yo recojo mis cosas.
- Gracias por traerme Santiago.
- De nada preciosa.
- Luego nos vemos, te vas con cuidado.
- Si, nos estamos hablando ¿No?
- Sí, nos hablamos.
- Bye.
- Bye.
7 comentarios:
Qué fuerte.
His loss, anyway...
2-2
Se hacían el paro mutuo. Aunque hacerlo por mero trámite no me late.
Ojalá sí seas la de Nabokov!
Besos sugerentes!
Y hay tantos asi...
Sabes, la verdad no es posible librarte de tu imaginario y va resultarte poco fácil desprenderte de esa memoria porque, de hecho, no es simple olvidar, es más bien imposible.
En todo caso, no te pido que aquilates el momento porque no tienes porque enmarcarlo; sin embargo, tenlo presente para evitar (en lo posible), lo que definitivamente NO QUIERES.
Por otro lado, desde luego, elimínalo del sistema... pero en un archivito que tengas presente, por si se ofrece denegarlo...
Fin de esta transmisión.
Pues que bueno que te libraste... O no?
Al menos es solo un recuerdo ya. Sigo sin entender porque todavia hay mujeres que aguantan eso día tras día.. en fin.. besos..
MALDITOS, AUN NO LOGRO ENTENDER LA PSICOLOGIA DEL HOMBRE, POR QUE SOLO VEN EL SEXO COMO ESO Y YA? NO COMPRENDEN EL ARTE DE LA SEDUCCIÓN, VAYA QUE CRIATURAS TAN INSENSIBLES..
MUY BONITO LO QUE ESCRIBISTE!!
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