Una siempre tiene que aferrarse a algo, querido diario, o alguien.
La verdad es que uno sabe perfectamente quien le hace daño y quien no. Pero ahí va uno, dizque a sentir y a ser necio, a tomar varios mojitos de fresa y a sentirse gobernadora y primera dama del mundo, a la vez, y la verdad es que no se puede.
No se puede porque yo sólo tengo una sola canción de Bunbury que me recuerda tanto a... mí.
"Siempre hay otro lugar en la frontera, siempre la esperanza queda y quizá pueda ser mañana, que el amanecer te traiga de vuelta a la chica triste que te hacía reír"...
Ojalá que el destino me lo traiga de nuevo porque sí me hacía reír y yo no me fío de lo que el oráculo me diga, es que soy ortodoxa y no me gusta pensar que yo nada más vine a este mundo de paso, de puntitas.
Soy increíblemente cobarde por elegir estar bien que sufrir pero ¿A quien le importa? ¡¿A ti?! ¡Por favor! Tu ya ni recuerdas que existo y yo... Con una canción de Bunbury vienes a mi como si fueses un ingrato recuerdo... No. Momento. Eso eres.