Azul y rojo, buenas noches

Soñé una película, querido Diario. Por eso vengo hoy a escribirla. No quiero que se me olvide.

Era tu cumpleaños, por una extraña razón tu mejor amigo me contactaba por el Facebook (situación que sería imposible porque yo no uso esa red social) y me pedía que le hablase por teléfono. Lo hacía y con dolor aparente me explicaba que estabas muy deprimido y quería darle una sorpresa, que lo viera en la cafetería de la esquina del lugar donde trabaja. (Cosa hilarante porque eso podría suceder pues resulta que el trabajo de tu mejor amigo y el mio, están en Polanco, muy cerca en realidad) Y al asistir ahí estaba ¡De barba! Con una niña que parecía su hija pero no lo era. Era su mujer que nunca me dirigió la palabra.


Me empezaba a decir que tenía muchas cosas que decirme pero que estabas tan triste que quería darte una sorpresa: Yo. Me ensañaba fotografías de tus anteriores cumpleaños celebrados en el billar de poca monta al que te gustaba ir en la preparatoria. En donde recuerdo que coqueteamos so pretexto de que me enseñaras a jugar. Recuerdo que me tratabas de enseñar a tomar el taco y olías delicioso, que te apoyabas sobre mi espalda como buscando mi boca en una escena que bien pudo haber servido para un preámbulo de una película porno barata. Pero no, no era el caso. En las fotos yo no estaba contigo, sólo tus amigos riendo y tomando cerveza. En una de ellas aparecía David, el de los Hombres G y tu a su lado riéndote. Eso pasó. Lo sabes porque la última vez que tuve sexo contigo me enseñaste esa foto, contándome la increíble historia de haberlos ido a ver al concierto, pasar al Hard Rock Café por unas alitas y una hamburguesa y verlos ahí. Te emocionaste tanto que les pediste una fotografía, cosa a la que accedieron. Pero no, tampoco era el caso.


Tú mejor amigo me explicaba que cada 3 de julio, que es tu cumpleaños (cosa extraña porque realmente no lo es así en la realidad, tu cumpleaños es en diciembre) lo sorprendían todos sus amigos en el boliche y entonces él fingía sorpresa y se la pasaban bomba. Desde siempre, pero que hace dos años la risa en tu rostro se empezaba a difuminar.


Entonces yo ponía las fotografías en perspectiva y se apreciaba perfectamente el desvanecimiento de tu sonrisa. Y aceptaba.


De pronto, nos encontrábamos en ese boliche que se había convertido en un hotel lujosísimo y yo estaba en el spa. Llegaba tu amigo a decirme ¡Joaquín está aquí! y entonces salía desnuda envuelta con una toalla al pasillo a cambiarme y al momento te veía.


Estabas tan cambiado, con un look de rock de los 60's: Chaqueta de cuero negro, playera sin mangas, jeans desgastados, converse y un copetazo. Además de que no pude dejar de pasar el hecho de que tenías unos brazos demasiado trabajados y que tu ahora cuerpo atlético era más moreno y entonces me mojaba en ese instante pero hacía de cuenta que no te conocía para "sorprenderte".


Mientras me bañaba tu mejor amigo me ayudaba a escoger qué ponerme de mis 15 maletas que había preparado sólo para "sorprenderte", de pronto le preguntaba: ¿Porque Joaquín tiene tantos músculos cuando en realidad siempre fue delgado?..


Y entonces tu mejor amigo me contestaba: Porque toma esteroides.


Yo muy confundida, aceptaba ese hecho y entonces terminaba de bañarme y al salir había una nota: "Con esto te ves linda" y era un vestido rojo con unas zapatillas azules.


Terminando de arreglarme, me juntaba con todos y nos escondíamos en ese billar-hotel de cinco estrellas.


Llegabas como James Dean, fumando un cigarrillo. Entonces todos, excepto yo brincaban para desear un feliz cumpleaños. Yo cerraba los ojos como para augurar lo que sucedería y se me veían las pestañas tan maquilladas, temblando.


Tú mejor amigo decía: Aquí está la verdadera sorpresa: Y entonces yo me levantaba y le decía: Feliz Cumpleaños en un tono grisáceo.


Tu mirada ecuánime sin cambios no se vio inmutada y entonces ocurrió lo impensable: Te devoró un animal gigante azul con manchas rojas, como mi vestido y mis zapatillas.


Y luego, sonó el despertador.



Encontrarse con la ex de tu ex que fue ex después que tu

Ya sé querido diario: Un juego de palabras que jamás pensaste venir de mi.


Lo cierto es que me encontré a la mujer por la que mi primer (y único) novio, me dejó. ¿Así más fácil?


Bien. Estaba yo (¿Dónde si no?) en las baratas del Palacio de Hierro en cuanto vi una chaqueta color fiusha encantadora y me dirigí a coger la de mi talla, cuando de pronto así de la nada llegó una mujer con una hermosa gabardina blanca y zapatos negros.



- Es muy bonito, me dice, sobre todo para los días lluviosos.

- Lo sé, es para provocarle al cielo que, sin embargo, tú si eres feliz.



Giré lentamente para mirar de frente a tan afortunado comentario y ahí estaba ella. El pelo más brilloso y manejable que nunca, las facciones tan definidas que parecían cortadas por un santo, su nariz que odia (y que seguro sus facciones también odian) y su tez tan blanca que casi, me pongo a llorar. Todo hacía juego con ella, es de verdad hermosa.



- Dolores ¿Cómo estas?



No supe que decir, si reírme por encontrármela así nada más y haberle contestado su atinado comentario o llorar, así por encontrar que seguía siendo la misma encantadora mujer que era capaz de quitarme a cualquier hombre. No supe hasta que miré mi reloj casi por inercia.



- Disculpame Estefanía, no quiero ser grosera pero...



Sin dejarme terminar mi pretexto, me tomó la misma mano que sostenía la talla 24 de aquélla chaqueta y ninguneo mi tono de voz, ejecutando entonces la mejor estocada que una mujer puede darle a otra: - Querida, eso fue hace mucho tiempo ¿Me aceptas un café?



No podía dejarme derrotar así sin escudo y sólo alcancé a decir: - Acepto, pero tengo que irme en menos de una hora, de verdad tengo mucho trabajo.



- Claro... Dijo ella, dejándome muy en claro que no creía ni media palabra.



Platicamos del clima, de la barata, de la tienda Moliere sobre como ha cambiado tanto, de las tarjetas de crédito y las mensualidades sin intereses. De los spas y de Pachuca.



El barista del starbucks nos dio nuestros cafés y entonces, después de un suspiro comenzamos el relato de hace más de quince años en el que ella, yo y un "fulano" convivvimos como un triángulo peligroso en el que yo, como la novia, al parecer sufrí situaciones que no debía que ella no quería provocar, que no sabía. Pretextos.



Tuve que detenerla justo en eso: "ella no quería". - Tienes razón, Estefanía, eso fue hace mucho tiempo. Le dije mientras le tomaba la mano que sostenía su cafe javachip sin crema con leche deslactosada light. Continué: - No vale la pena seguir buscando razones ni intentando, mucho menos, hallar el hilo negro de nada.



Me levanté del sillón con mi te Chai sólo para decirle: No sabes como te agradezco que hayan pasado las cosas tal cual como ocurrieron, no me arrepiento de nada. Así que quedate en paz. Por mí, estamos en paz.



Los encuentros con las ex no sirven para nada.


Sólo para recordar una estúpida fotografía en donde él sale con ella, sonriendo, en mi cumpleaños.