¿Y qué hubo de la noche en la que decidimos decir "adiós"?
Cenizas.
Y esas 500 noches que todavía no terminan.
Si todo fuese simple, siguiéramos con vida.
Muertos, dibujando entre escombros, nos hemos olvidado.
Como quien olvida la contraseña de su correo electrónico: Mejor se busca otro. Crea una nueva vida, con el perfil que le hubiera gustado, con el juego de golf cada fin de semana y con el cigarrillo a medio terminar cada miércoles, a las 17 horas. Pensando en que quizá en la vida paralela en la que nos gustaba pensar, también terminamos mal.
También, terminamos.