Sí, si tan sólo yo fuera otra mujer...

Me esperaba, como hace muchos días no lo hacía, al pie de la ventana de mi oficina, yo lo miro extrañada, pero con un dejo de alivio: Otra vez estas ahí.

Me miras y yo sé que tienes los ojos llenos de lágrimas, yo plasmo la palma de mi mano con nuevo manicure en el gran ventanal, pero las lágrimas no salen, temo que se hayan ido para siempre.


Levantas tu mano que sale de la chaqueta que yo hace años te regalé, porque sólo llevabas puesto un sweter mugroso. Haces la seña del saludo, la típica y yo sonrío, con algo tan simple, con algo que sin duda alguna resulta pueril.


Qué lastima que las cosas hubiesen pasado así.
Regreso a mi lugar, apago la computadora y salgo estrepitosamente ruidosa por causa de mis zapatillas y la zancada desesperada que doy. Estoy por salir del despacho cuando me intercepta el dueño del despacho.


- Lic. Suárez, necesito que me revise unas currículas para el nuevo puesto vacante de asociado en el área civil ¿Podría darme ahora mismo su visto bueno?


Tomo un respiro para ordenar mis ideas, me acomodo el cabello, todo parece suceder en cámara increíblemente lenta. Despacio, desesperadamente bochornoso. Entonces respondo con un movimiento afirmativo, cortesía de mi cabeza.


Acepto los folders color manila y regreso a mi oficina. Prendo la luz y temo ya no encontrarte, me da miedo asomarme a la ventana de nuevo y no encontrarte y tener que esperar otros cuatro años para que reaparezcas, tengo miedo y comienzo a sentirme sucia, por todo lo que he pensado por lo que me la he pasado haciendo por haber desterrado al amor de mi vida, por ser una mujer dueña del viento.


Me abrocho el abrigo. Trago saliva y comienzo a leer.


No me concentro, universidades, diplomados, especialidades, cursos, inglés 25% (A propósito ¿Quién pone ese nivel de porcentaje en un CV?) pero sigo temerosa, no puedo ni procesar alguna palabra en voz alta.


Finalmente suena mi celular. Presiono el botón verde, sin decir una sola palabra. Eres tu, estoy segura. Y dices: 7.


Casi sin pensarlo, echo un vistazo a la currícula 7. Efectivamente eres tu.


En cuatro años lograste salir de la carrera, por fin y ahora tienes una maestría en Derecho Civil, trabajaste en más de un despacho de renombre y me dan ganas de abrazarte, de felicitarte y de darte un beso de esos de película tan sólo por sentirme orgullosa de ti.


Pero no. Yo no soy de esas mujeres y cuelgo el teléfono.
Separo tu CV y busco otro candidato, lo encuentro rápidamente, un abogado serio, también maestro en Derecho y te gana en una sola cosa: Experiencia. Trabajó de pasante en Derecho desde los 17 años, ahora tiene 29. Se ve serio, Universidad Panamericana, se denota inteligente.


Salgo fúrica de mi oficina directo a la de mi jefe.


Este es mi elegido, pero por mi, escoge al que quieras.


Mi jefe sonríe - Entonces ese será, licenciada - Gira a verme y con otro tono, un poco más condescendiente, me dice: - Que descance.


Salgo a la calle, la leve lluvia me acompaña. Y entonces me interceptas. Abro el sensor de mi auto y te indico que subas. Subes, empapado. Arranco el motor y piso el acelerador a fondo. Suena Helter-Skelter, no pudo existir una mejor canción que iluminara el momento.


Hay tráfico a las nueve de la noche en Polanco, bajo el vidrio y enciendo un cigarrillo. Continuo con mi celibato de hablar. Y apagas el radio.


- Escuchame Dolores, he pensado en recuperarte, déjame hacerlo, dame otra oportunidad creo que tu y yo podemos ser...


Lo miro atenta a lo que va a decir:
- Cásate conmigo. - Finalmente dices.
- Sí - Contesto.


Ni siquiera te pones contento, me conoces, sabes que habrá un "pero". Yo mantengo la mirada en el camino y las dos manos al volante.


- Sí lo haría... Si tan sólo yo fuera otra mujer.

- Lo eres, no eres esta, quítate el disfraz y escápate conmigo.

- No puedo, este disfraz, como le dices, me ha salvado de morir por amor. Específicamente por el tuyo.


Freno en Moliere y Horacio.


- Bájate - Ordeno.

- Te seguiré y lo sabes.

- Te huiré y lo sabes.

- Me amas y lo sabes.

- Me enseñaste que el amor no existe y lo sabes.

- No te dejaré y lo sabes.

- Si todo lo sabemos ¿Porqué no mejor haces lo que tengas que hacer y dejamos este diálogo idiota?



Te bajas.
Yo esperaré más, aunque esta vez no esté tan segura de hacerlo.


Querido diario, ¿Porqué tenía que regresar precisamente en Octubre?


Precisamente el 22...

6 comentarios:

Andrea dijo...

Estoy... sin... palabras.

Cásate, conviértete, desconócete...

Lilith dijo...

Lo que no funciona en libertad, menos funciona con lazos matrimoniales, dejar atras el pasado, seguir con la mirada viendo hacia el destino

Violetta dijo...

anonadada!

octubre es un mes triste, a mi siempre me ha recordado a lo que una vez termino pero siempre regresa desafortunadamente cada octubre se va

Marlenne Magallanes dijo...

Algunas cosas jamás cambian, por más que lo quieras. Yo opino que te dejes llevar, no siempre se tiene una historia así.

Yo merengues dijo...

To digo que......como tu nombre, como tu anecdota, es lo unico que traen los hombre a las mujeres....y a mi me han traido un dolor de cabeza barbaro!!!!

porque siempre complican las cosas?

abrazos Lola!

Lolita dijo...

Sin palabras a mi me dejaron largo rato mi querida Vainilla, pero creo que nunca hay que perder el suelo (así como nunca hay que perder el estilo).

Tienes toda la razón mi estimada Lilith pero una sólo puede planear, para bien obrar.

Octubre es lo que es, mi estimada Violetta: El mes de las lunas más hermosas.

Nunca cambian muchas cosas, colega, pero podemos hacer que suceda como queremos. No me hacen falta historias, ya tengo muchas. Creo que a nadie le hace falta historias, lo que sí es vivir.

Lo complicado nunca sale bien, como mi nuevo post, dear Yessy, hay que hacerlo todo sencillo.