20 minutos

Tengo, querido diario, veinte minutos para despotricar de un pasaje en el pasado, que pudo haber sido perfecto.
Me enamoré de una aventura, fue de esos enamoramientos que no tienen pies ni cabeza. Fue realmente extraño pero auténticamente uno de esos pasajes en tu vida que hiciste bien en no dejar pasar. Entonces, lo hallé quien sabe de donde y empezamos a creer que nuestras vidas tenían significados que posiblemente pudieran estar entrelazados. Quizá así fue si estuviésemos hablando desde la computadora de un pseudo escritor poser que lo único que hizo por su vida fue terminar la universidad con una carrera de "letras", HUBIERA sido una novela con final trágico. Todo puede ser cuando se trata de enamoramientos fugaces, tristes pero reales.
Entonces cuando lo conocí cogimos.
Lo hicimos sin tapujos, como si uno de los dos dijéramos (en lugar de pensar): ¿Qué nos hacemos pendejos? Los dos sabemos que vamos a terminar en la cama de esta habitación, en el fiesta americana, saliendo del aeropuerto. De donde no salimos, hasta que él regresó a Inglaterra.
Fui a Inglaterra un par de veces y el vino como cinco veces, que mal estábamos pero... Que bonito se sentía creer que estabas gastando dinero para conseguir al amor de tu vida. Qué falaz.
Entonces todo era tan sencillo...
Todo el sexo era tan ardiente, lo hacíamos como si supiéramos que no iba a existir un acostón más. Como si fuera el último.
Lo hicimos en la regadera, en la cama, en la mesa, en el piso, en la alfombra, en lo etéreo de un suspiro.
Y todo terminó. Igual que el dinero, igual que las ganas...
¿Lo que queda?
20 minutos de recuerdos.
¡Es mucho!

2 comentarios:

La Gloria soy yo . dijo...

Esas aventuras son las mejores !

Lolita dijo...

Las que dejan tanta huella, que hace un capítulo en la enciclopedia de tu vida. Saludos querida GE, hace tiempo no te miraba por acá.